Existe una confusión muy grande hoy en día con respecto a lo que es mejor o peor, lo que me conviene o no, lo que es bueno o malo, o lo que es positivo y negativo. Es una confusión que provoca un conflicto interno que no parece tener salida.
Creemos que es mejor pensar positivamente para así lograr lo que queremos y por ende cambiar al mundo y ser felices. Hacemos una fórmula mágica basada en ésta premisa, que pese a que parece tener éxito, es un éxito temporal que no nos satisface en el fondo, porque cambia constantemente sin nada de nuestra parte que podamos hacer para evitarlo. Lo que sucede, sucede, lo preveamos o no.
¿Y por qué no nos sentimos satisfechos? Muy simple, al creer en lo positivo como algo real, automáticamente creamos el polo opuesto, –lo negativo–, y necesariamente se manifestará tarde o temprano en nuestra experiencia de vida, dejándonos con un sabor de zozobra una vez más, al creer que “tenemos que” luchar en contra de

lo negativo para eliminarlo, y así ser positivos. Hacemos del mal un enemigo imaginario, y del bien un amigo de igual forma imaginario, sin ver que ninguno de ambos existen en realidad más que como ideas de oposición que entran en conflicto si no las miramos desde una perspectiva amplia, imparcial.
El problema que emerge de este juego truculento es que al juzgar lo “negativo” como algo “malo” nos volvemos en contra de todo lo que juzguemos como “malo” defendiéndonos de ello con ataque y hacemos de lo «positivo» un ídolo o dios deseable de imitar. Esto significa que negamos lo “negativo” como un aspecto de nosotros mismos que no hemos elegido aceptar aún. Es como cargar con una moneda a la que caprichosamente valoramos más, por ejemplificar en este caso, –el sol que el águila–. De esta manera creemos que el águila no es digna de ser vista y entonces sólo elegimos ver el sol. Pero esto no hace que el águila desaparezca, sigue ahí, aguardando a ser aceptada como una aspecto inseparable de la misma moneda que representa la unidad.
Mientras no haya aceptación de los dos aspectos que conforman a la moneda no puede haber una visión completa de lo que ésta es. Traducido a nuestra experiencia cotidiana, si no aceptamos que eso que llamamos “negativo” es sólo una percepción parcial de las cosas, no podemos ver el cuadro completo, y por tanto, no podemos sentirnos completos. Entramos en guerra con nosotros mismos y los demás al arrojar nuestra negatividad sobre ellos, empezando por nosotros mismos. Y así declaramos la guerra al mundo entero. Estoy en conflicto conmigo, entro en conflicto contigo. Y ahora la competencia entre ambos es necesaria, pues sólo uno de nosotros puede ganar. Y el que pierda se tendrá que doblegar ante el ganador. Y así la locura continúa creciendo exponencialmente.
Si unimos lo positivo y lo negativo, yin-yang o femenino y masculino en la mente, el resultado es uno que no solemos contemplar en la ecuación, porque éste lo abarca todo y no lo podemos ver con los ojos del cuerpo. Matemáticamente, si haces la operación de unir +1-1, el resultado es 0. El 0 es un símbolo de la unidad que lo abarca todo, tal como la moneda abarca ambas caras y no tiene preferencia por una de ellas en especial. Así es como funciona todo aún en este mundo que, curiosamente también es redondo, como el 0. Y no estoy afirmando que haya que unir las cosas que parecen haberse fragmentado, pues eso es imposible. Sólo unimos nuestros pensamientos, tanto positivos como negativos a la fuente, que está en la mente. Y a ésta le puedes llamar como quieras, Dios, Origen, Consciencia Universal, Luz, Divinidad, etc.
Los hombres no pueden funcionar sin las mujeres y viceversa. La carga positiva de las baterías no pueden encender ningún aparato sin la carga negativa. La hidratación del cuerpo no puede suceder si no hay sodio– y potasio+, ni el cuerpo funcionar si el hemisferio izquierdo no se acopla con el derecho en perfecta armonía. Todo funciona en pares, en apariencia. Y recalco la palabra “apariencia” porque en realidad no existen esos pares o polos opuestos. Son simplemente aspectos, energías o fuerzas que nos aventuramos a crear la apariencia de estar divididas para acentuar una sobre la otra, de acuerdo a una creencia/deseo descabellados de ser nosotros mismos, –seres separados de la unidad–. De ahí surgen el resto de creencias, emociones, sentimientos, ideales, imaginaciones, proyectos, deseos y todo el sufrimiento humano que abarca la enfermedad, la pobreza, el estrés, la depresión y la muerte.
Este desajuste en la mente humana es el que observamos en el mundo que experimentamos a cada momento. Si te das cuenta, tal desbalance está en la percepción de la mente. Por eso no tienes qué hacer nada para cambiar tus pensamientos negativos a positivos, ni requieres realmente balancearte para estar más hacia un lado que hacia el otro. Sólo necesitas cambiar tu forma de pensar con respecto al mundo que te rodea. Empieza por reconocer que éste mundo lo has inventado tú. No hay nada en todo lo que experimentas, que esté causado por algo fuera de ti. Sólo tú eliges y decides creer en los polos opuestos dándoles realidad a ambos, y sólo entonces tú puedes retirarles tu poder creativo para que dejen de atenazarte con miedo. Nadie lo puede hacer por ti, es tu decisión ahora, en el no tiempo.
Una vez que una ilusión la reconoces como tal, desaparece. De nuevo, no tienes que hacer nada para que se vaya. Si enciendes la luz de tu habitación, la oscuridad no tiene más remedio que irse. Y la luz es un regalo que ya traes contigo todo el tiempo, en cada momento. Sólo requieres permitirte encender el interruptor interno para que ésta emane de ti e ilumine todo a tu alrededor. ¿En dónde está, entonces, lo “positivo” y lo “negativo”? Son sólo alucinaciones.
Sólo tú crees en tus monstruos internos, sólo tú fabricas tus propios enemigos y reaccionas ante ellos como si alguien más los hubiera puesto frente a ti, para limitarte, culpando al mundo entero por ello. Sólo tú puedes dejar de re-activar el pasado que contiene tu creencia en ser uno de esos polos en constante fluctuación, siendo bueno y mala y luego al revés en cada segundo, creyendo necesitar al otro para completarte. No eres ninguno de los dos, sino todo lo contrario. ¿Puede haber un contrario a los dos? Ese tercer ser es el Amor. Lo opuesto al amor es el temor, pero aquello que todo lo abarca, no puede tener opuestos. En ésta premisa descansa la verdad que has estado buscando afuera, ahora siendo perfectamente disponible de encontrarla dentro. Y el afuera y el adentro también están incluidos en el amor, y así dejan de ser dos para convertirse en uno. Por eso, cuando hagas del hombre y la mujer uno solo, de modo que el hombre no sea masculino, y la mujer no sea femenina, entonces entrarás en el reino. Y el Uno es abrazado por la esfera del campo cero que abarca todas las cosas y no ve diferencias en ellas. Y si no hay diferencias todo es lo mismo: una sola creación perfectamente unida a su origen que a su vez, es Uno con ella también.
Lleva esto a la práctica, pues sólo de ésta manera podrás experimentar esa verdad que parece estar en otro lado, en ti. Y las dudas, la confusión y la desesperación se irán por la nada de donde vinieron, pues en realidad nunca estuvieron en ninguna parte, más que en tu mente que las inventó. Sólo representaban nubes pasajeras de confusión que antes valorabas, y ahora al ya no atraerte más, –porque reconoces la falta de utilidad y no porque alguien te lo imponga–, puedes soltarlas sin pesar, tal como un niño deja sus juguetes cuando le quedan pequeños.
Confía en la vida, ya estás listo o lista para vivirla, pues ella eres tú. Intercambia amorosamente tus juguetes tétricos y desgastados por una confianza plena en que todo lo que estás viviendo ya lo has vivido, y estás aquí repasándolo para elegir de nuevo con respecto a cómo quieres vivirla: en paz o con drama, feliz o infelizmente, consciente o inconscientemente. No tienes pensamientos neutros, si eliges pensar con y desde el amor, creas amor; si prefieres el temor, fabricarás un mundo de miedo y huirás constantemente de él. Y así te olvidarás que fuiste tú quien lo hizo y que sólo tú puedes deshacerlo al perdonarlo, al dejar de reaccionar a él como si estuviera fuera de ti.
¿Qué debería hacer entonces para ir más allá de ésta dualidad conflictiva? Elige ir dentro de ti a ese espacio silente que mora en medio de dos pensamientos, esos dos que parecen estar en clara oposición entre sí, para enlazarte nuevamente con tu naturaleza sosegada de paz. Sólo ahí, en el silencio, puedes escuchar la respuesta que tanto anhelas recibir en el ruido del mundo que parece exigirte demasiado. Y ésta respuesta se traducirá en formas que puedas comprender y aceptar en cada momento. Tal vez sólo requieras decir sí o no a un trabajo, es indiferente; tal vez seas inspirado a escribir una carta a alguien, o simplemente disfrutar un atardecer. Las formas ni importan, sólo el contenido al que accedes cuando lo permites. Sólo ahí puedes renacer a la sabiduría interna que te ha estado esperando para ser tu maestra. Enséñate lo que quieres aprender, aprende lo que quieres enseñar, tal como das sólo hasta que reconoces que has recibido. Sólo puedes pensar con Amor o con miedo, sólo uno de ellos es real y por tanto crea la realidad, el otro inventa la ficción. Y ninguno de ellos es negativo ni positivo, pues el Amor los abarca a ambos y los consume deshaciéndolos en la luz.


Este viaje que acabo de narrar es el tuyo propio, todos vamos en el mismo tren. Y todos buscamos la misma paz y plenitud, la única diferencia es dónde y cuándo decidimos encontrarlos. Pues al final todos nos perdimos a nosotros mismos y hemos venido a ésta aula llamada planeta tierra a reencontrarnos con la respuesta en el interior que nos libera de la muerte, llevándonos a la vida eterna.
No estoy aquí para cambiar al mundo, sólo para aceptarlo…


Sólo quedaría la verdadera relación que siempre ha habido, sin comienzo ni final, sin nacimiento ni muerte…la relación con Dios, con la Verdad, con el Amor.