Un instante en este mundo parece poco tiempo y en realidad en la eternidad lo es todo, pues no hay tiempo. Ir en un instante al silencio otorga más de lo que puedes imaginar, soñar o desear de este mundo. En el instante donde te abres a saber sabiendo que no sabes nada, todo te es dado. El Conocimiento del que hablo no es de este mundo y no obstante se manifiesta aquí, en el silencio. Qué curioso que la humanidad persiga el conocimiento del mundo que habita tratando de unir las partes en la que ella misma se dividió. Y a esa investigación rigurosa e inevitablemente cíclica le llamamos ciencia, es decir, —conocimiento—.
¿Qué tal cuando le abres la puerta a esa intuición que nace de ti cuando sabes que algo es o será de alguna manera de la cual tienes la certeza de que no hay nada qué temer?
De esto hablo cuando te recuerdo de ir al instante en silencio. La escucha es voluntariamente dispuesta cuando quieres encontrar la única respuesta a tu única pregunta que aún deambula por tu mente muchas veces cada día: ¿Quién soy y qué estoy haciendo aquí? La respuesta te es dada antes de preguntarla, en verdad, pero la escuchas sólo cuando lo permites en silencio. Al igual que no podemos escuchar nada en medio del ruido, tampoco podemos oír la Voz de nuestra fuente de conocimiento en medio de la vorágine de pensamientos que nos arrollan constantemente. Meditar es una práctica de discernimiento o Conciencia —en referencia al darse cuenta de la Verdad dentro de uno mismo— de que ser co-creadores significa ejercer el poder de crear en todo momento todo aquello que experimentamos, más allá de nuestras opiniones al respecto.
Cuando la intuición escuches en el silencio, no habrá dudas ni temor, y comprenderás que todo lo que experimentas está siendo creado por tu propio poder. Ya no puede haber responsables fuera, ni siquiera tú como cuerpo lo estás haciendo, pues tu cuerpo es efecto y no causa, y la única causa de todo se encuentra ahí en ese instante donde has retornado al Conocimiento. Así el Conocimiento es tu fuente, tú eres su efecto y puedes ver sin necesidad de ojos que te has re-unificado con lo que nunca dejaste de ser.
Por: Carlos Barrón Mondragón 