La vida es un regalo continuo de oportunidades para ver la perfección inherente a ella misma y de quienes nos rodean para poder regocijarnos en ella. Pues ellos están en nuestra vida, en nuestra mente.
La familia por ejemplo, si convivimos con ella ya sea cercana o alejadamente, nos presenta ante nosotros todo el tiempo aquellos aspectos que no hemos querido sanar aún en nosotros mismos. No importa cuánto tiempo haya pasado desde que algo me dijeron o me hicieron o yo hice o dije, si no he querido ponerme enfrente esa sensación o rencor de haberla «cagado», no puedo sanarla, se seguirá repitiendo en diversas formas como si de un disco rayado se tratase.
Lo mismo sucede con los amigos, la pareja, los compañeros o jefes de trabajo o con los funcionarios que nos gobiernan. Todo se vuelve un reflejo especular a pequeña o gran escala.
El Amor no abriga resentimientos significa que el Amor lo perdona todo, sin importar lo que «pasó», pues no le da realidad al pasado….sino no dejaría de ser Amor, para ser expectativa condicionante del «otro».
El primer paso para perdonar siempre será hacerse consciente mediante detener nuestra mente por un momento en aquello que aparentemente dispara mi malestar, mi resentimiento. Si no lo enfrento no puedo dar el siguiente paso. Una vez que lo siento mirándolo en mis sensaciones, emociones o sentimientos, puedo elegir ver su falta de fundamento al observar cómo cambia. Y el cambio que sucede me deja absorto en la inmensidad de la Paz del Universo al que me permito acceder para volver al mundo con una percepción fresca y renovada de eso que ya no necesito sentir de nuevo para aprender.
¿Y cuándo terminará el perdón de todo resentimiento? Buena pregunta, cuando me despierte un día y vea un mundo sin necesidad de perdón, es decir, un mundo totalmente libre del rencor que le guardé, radiante de inocencia.
Por: Carlos Barrón Mondragón
